Reflexiones del viaje cultural de otoño de Outward Bound

Escrito por el Decano de Estudiantes, Sr. Paul Fomalont


Durante más de 20 años, nuestros estudiantes de décimo grado han tenido una experiencia Outward Bound para su viaje cultural de otoño. Este viaje tiene un plan de estudios distintivo centrado en el liderazgo, el trabajo en equipo y la comunicación, todo ello basado en actividades al aire libre. También es el viaje que genera más aprensión entre los estudiantes.  

Esta inquietud surge porque Outward Bound está diseñado para sacar a los estudiantes de su zona de confort. La perspectiva de sentirse incómodos puede ser desalentadora. Muchos estudiantes tienen poca o ninguna experiencia con actividades al aire libre, y la idea de caminar cinco horas hasta una cabaña primitiva para pasar la noche es un desafío importante. Incluso los alojamientos básicos en el centro Outward Bound son simples y espartanos, lo que refleja el espíritu de regreso a lo básico del programa.  

Si bien este viaje contrasta con nuestros otros viajes culturales de otoño (la mayoría de los cuales son a ciudades bulliciosas), se destaca como una experiencia única y valiosa. Es innegablemente difícil, pero los recuerdos que crea son duraderos. De hecho, los exalumnos de LAS a menudo citan el viaje de Outward Bound como una de las experiencias de viaje más profundas de su tiempo en LAS.

A continuación se presentan detalles de lo que hicimos en el viaje y las lecciones que los estudiantes aprendieron de esta experiencia transformadora. 
 

Día 1: Preparando el escenario 
Este año, durante el viaje cultural de otoño de Outward Bound, partimos el sábado por la mañana para realizar un viaje en autobús de ocho horas hasta Schwangau, Alemania. Al llegar, los estudiantes se instalaron en el centro de Outward Bound. Esa noche, nos reunimos alrededor de una fogata antes de retirarnos temprano para prepararnos para los días que nos esperaban.  
 

Día 2: Construyendo cimientos  
El día comenzó con un despertar a las 7:00 a. m. y un desayuno a las 7:45 a. m. Los teléfonos se recogieron durante el desayuno, una medida deliberada para sumergir a los estudiantes por completo en la experiencia. Primero vino la actividad de trepar árboles, que agregó un nivel único de desafío. Los estudiantes, asegurados con arneses y atados con cuerdas, treparon un árbol imponente en grupo. El ejercicio requería que se comunicaran de manera efectiva, ya que sus movimientos dependían unos de otros. Cada escalador solo podía moverse tan rápido como la persona que iba adelante o atrás, lo que requería cooperación y estímulo constantes. 

Mientras los estudiantes recorrían las ramas, gritaban instrucciones, ofrecían apoyo y se ayudaban mutuamente a alcanzar nuevas alturas, tanto en sentido literal como figurado. La experiencia fue estimulante y una excelente lección de trabajo en equipo. Terminamos la tarde con otro juego clásico, “Cookie Monster”. En esta actividad, un estudiante (el “monstruo de las galletas”) intentaba sentarse en una silla vacía mientras los demás trabajaban juntos para evitarlo. El juego enseñó rápidamente la importancia de la estrategia, la comunicación y la adaptabilidad. Era el clásico juego Outward Bound: simple, efectivo y repleto de lecciones.  

Al final del día, los estudiantes habían formado un vínculo más fuerte, listos para enfrentar los desafíos futuros.
 

Día 3: Enfrentándose al exterior
El día siguiente nos deparó un nuevo desafío. Después del desayuno, reunimos nuestro equipo (botas de senderismo, arneses, cables de escalada para vía ferrata y mochilas) y comenzamos a caminar a lo largo de un arroyo. El sendero era accidentado, por lo que los estudiantes tuvieron que ayudarse entre sí para sortear terrenos complicados.  

Después de llegar a la cima del arroyo, pasamos a una vía ferrata. Con la guía del instructor, los estudiantes ascendieron a salvo a la cima, donde disfrutaron de vistas impresionantes.  

Esa noche, la atención se centró en planificar el viaje nocturno. Los estudiantes se dividieron en equipos para la comida, la orientación, el equipo y la logística de las cabañas. Cada equipo presentó sus planes al grupo, y el equipo de alimentación asumió la tarea fundamental de adaptarse a las preferencias dietéticas de todos y garantizar la disponibilidad de suministros suficientes.  
 

Día 4: Hacia el desierto 
Equipados con provisiones y equipo, viajamos en autobús hasta Austria, donde nuestra caminata comenzó en la base de la montaña. El equipo de orientación nos guió, asegurándose de que no perdiéramos el rumbo.  

La caminata de 10 kilómetros, que duró casi cinco horas, puso a prueba la resistencia de todos. Los estudiantes debatieron si tomar caminos más cortos y empinados o rutas más largas y fáciles. Optaron constantemente por los caminos más cortos, aprendiendo en el camino que "más corto" no siempre significa "más fácil". 

Llegamos a una cabaña rústica de montaña, nuestro hogar para pasar la noche. El equipo de la cabaña organizó rápidamente las tareas: algunos estudiantes encendieron la estufa de leña mientras otros preparaban la cena: queso a la parrilla y sopa de tomate. El ambiente era animado, incluso durante las tareas mundanas como lavar los platos. Los estudiantes idearon un sistema eficiente y lo convirtieron en un momento compartido de risas y trabajo en equipo.  

Esa noche, bajo el resplandor de pequeñas luces, nos reunimos en la cocina. Sin las distracciones de los teléfonos, los estudiantes jugaron a las cartas, se rieron y crearon vínculos. Fue una forma poco común y bienvenida de escapar de las presiones diarias.
 

Día 5: Reflexión y regreso 
A la mañana siguiente, adoptamos la filosofía de Outward Bound de dejar la cabaña en mejores condiciones de las que la encontramos. Doblamos la ropa de cama meticulosamente, sacamos la basura y limpiamos todas las superficies.  

En la caminata de regreso, hicimos una pausa para una preciada tradición de Outward Bound: el solo. Cada estudiante encontró un lugar tranquilo en el bosque para reflexionar y escribir una carta a su yo futuro. Estas cartas, selladas y privadas, les serán devueltas en el semestre de primavera. El solo fue un desafío para muchos (estar solos con sus pensamientos no es algo que experimenten a menudo), pero fue un poderoso momento de introspección.  

Terminamos la caminata y regresamos al autobús, cansados pero satisfechos. Esa noche, celebramos con una comida tradicional alemana antes de prepararnos para el viaje de regreso.  
 

Un impacto duradero  
Al reflexionar sobre el viaje de este año, recuerdo su profunda importancia. Outward Bound ofrece a los estudiantes una experiencia auténtica y visceral que desarrolla habilidades fundamentales como el liderazgo, la resiliencia y el trabajo en equipo. Si bien los aspectos académicos son el núcleo de la misión de nuestra escuela, fomentar estas habilidades para la vida es igualmente vital.  

Este viaje sigue siendo una de las oportunidades educativas más impactantes que ofrecemos. Estoy ansioso por ver cómo los estudiantes de décimo grado del próximo año estarán a la altura del desafío. Outward Bound es más que un viaje: es un viaje de crecimiento y autodescubrimiento.